martes, 16 de abril de 2013

COMPETENCIAS Y AMBIENTES DE APRENDIZAJE


Ambientes de aprendizaje y desarrollo de competencias

Para crear los ambientes adecuados para el desarrollo de competencias es necesario que tomemos como centro y referente fundamental del aprendizaje al alumno como se menciona en el principio pedagógico 1.1 centrar la atención en los estudiantes y sus procesos de aprendizaje el cual menciona lo siguiente:
El centro y el referente fundamental del aprendizaje es el estudiante, porque desde etapas tempranas se requiere generar su disposición y capacidad de continuar aprendiendo a lo largo de su vida, desarrollar habilidades superiores del pensamiento para solucionar problemas, pensar críticamente, comprender y explicar situaciones desde diversas áreas del saber, manejar información, innovar y crear en distintos órdenes de la vida.
Los alumnos cuentan con conocimientos, creencias y suposiciones sobre lo que se espera que aprendan, acerca del mundo que les rodea, las relaciones entre las personas y las expectativas sobre su comportamiento. 
En este sentido, es necesario reconocer la diversidad social, cultural, lingüística, de capacidades, estilos y ritmos de aprendizaje que tienen; es decir, desde la particularidad de situaciones y contextos, comprender cómo aprende el que aprende y, desde esta diversidad, generar un ambiente que acerque a estudiantes y docentes al conocimiento significativo y con interés.
El enfoque educativo centrado en el alumno considera la individualidad de los estudiantes en el proceso de aprendizaje. Toma en cuenta a cada alumno con sus rasgos heredados, sus perspectivas, experiencia previa, talentos, intereses, capacidades y necesidades.
Esta perspectiva asume que los maestros deben comprender la realidad del alumno, apoyar sus necesidades básicas de aprendizaje así como las capacidades existentes. Se requiere entonces conocer a cada alumno y comprender el proceso de aprendizaje.
Para esto, se analizarán a continuación doce principios psicológicos y pedagógicos (divididos en cinco grupos de factores) enfocados a la comprensión del estudiante y del proceso de aprendizaje propuestos por McCombs y Whisler (1997).
Cada uno de estos factores tiene una gran importancia. Ninguno puede ser ignorado. De ser así se correría el riesgo de romper la coherencia interna del proceso de aprendizaje, dichos factores son referentes para que el mediador logre crear el ambiente de aprendizaje propicio.
Los cinco factores y doce principios son:
Factores cognitivos y metacognitivos

I. Factores cognitivos y metacognitivos. La mente trabaja para crear visiones sensibles y organizadas del mundo, así como para integrar la nueva información a la estructura ya existente. El proceso de aprendizaje es natural, activo y constante; sin embargo, lo aprendido, recordado y pensado es único para cada individuo.
  1. El aprendizaje es un proceso natural, activo, voluntario y mediado internamente.
  2. El educando busca representaciones significativas y coherentes de su aprendizaje.
  3. El aprendizaje se construye organizando los conocimientos nuevos tomando como base la experiencia previa y es filtrado por las percepciones, pensamientos y sentimientos del estudiante.
  4. Las estrategias de pensamiento de orden superior (automonitoreo, autorregulación, conciencia de las propias habilidades, autocuestionamiento, etc.) facilitan el pensamiento crítico y creativo y desarrollan la experiencia.
Factores afectivos

II. Factores afectivos. Las creencias, las motivaciones y las emociones influyen en el aprendizaje. Aunque la motivación para el aprendizaje es natural, ésta debe ser estimulada cuando se requiere que un individuo aprenda algo que percibe como poco interesante o irrelevante.
  1. El aprendizaje se ve influenciado por:
    1. autocontrol, capacidad y habilidad;
    2. claridad de valores personales, intereses y metas;
    3. expectativas personales respecto al éxito o fracaso;
    4. afectos y emociones; y
    5. la resultante motivación para aprender.
  2. El hombre tiene una curiosidad innata para aprender, sin embargo un contexto demasiado rígido puede obstaculizarla.
  3. La curiosidad, la creatividad y los procesos de pensamiento de alto nivel son estimulados por tareas de aprendizaje auténticas y relevantes, con un grado de dificultad óptimo y novedoso para cada estudiante.
Factores del desarrollo

III. Factores del desarrollo. Las capacidades para el aprendizaje maduran a lo largo de la vida. El estudiante aprende mejor cuando lo que se le enseña es apropiado a su nivel de desarrollo, lo puede disfrutar, le resulte interesante y represente un reto.
  1. El aprendizaje se rige conforme a estadíos del desarrollo físico, intelectual, emocional y social. Todos ellos están en función de los factores genéticos y ambientales.
Factores personales y sociales

IVFactores personales y sociales. Todos aprenden de los demás y pueden ayudarse compartiendo las perspectivas individuales. Una relación positiva entre maestros y alumnos es la base para lograr un ambiente de aprendizaje efectivo.
  1. Las interacciones sociales y la comunicación con los demás en un ambiente flexible y de diversidad facilitan el aprendizaje.
  2. El aprendizaje y la autoestima se ven reforzados cuando se establecen relaciones respetuosas con los demás, y cuando éstos aprecian y aceptan el potencial y los talentos únicos. La autoestima y el aprendizaje se refuerzan mutuamente.
Diferencias individuales

VDiferencias individuales. Las personas aprenden diferentes cosas, a diferente ritmo y de diferente manera. Este aprendizaje está en función del medio ambiente y de la herencia. A partir de estos dos pilares, las personas crean sus propios pensamientos, creencias y comprensión del mundo.
  1. Aunque los principios básicos del aprendizaje, la motivación y la instrucción efectiva son aplicados a todos los educandos, cada uno de ellos tiene diferentes capacidades y preferencias en cuanto a las estrategias de aprendizaje debido al medio ambiente y a la herencia.
  2. Las creencias, los pensamientos, las interpretaciones dadas a los estímulos novedosos y la experiencia previa en general (colegio, casa, cultura y comunidad), son las bases sobre las cuales se construye el desarrollo cognitivo, emocional y social de un niño.


¿ES POSIBLE DESARROLLAR COMPETENCIAS SIN ACTITUD?


El desarrollo de las actitudes

En el currículum de la reforma se incluyen como contenidos actitudinales aspectos muy diversos, oscilando entre plantear la necesidad de actitudes positivas -como predisposiciones que faciliten y guíen el proceso de aprendizaje: medios para un fin-, y actitudes y valores propiamente morales -metas en sí mismo valiosas-; entre un subjetivismo-valoración individual, gusto, interés- y actitudes/valores con una cierta objetividad. Aquí voy a fijarme especialmente en el desarrollo de actitudes en este último sentido: actitudes y valores cuya promoción se considera social o moralmente justificables.
El desarrollo de las actitudes (especialmente del campo social y moral) se ha explicado en Psicología de diversos modos: conformidad con las normas del grupo, regulación interna de la conducta en ausencia de sanciones externas, conducta prosocial o de ayuda, juicio y razonamiento moral, etc. Estas diferentes teorías de la conducta social y de desarrollo moral (conductismo-aprendizaje social, cognoscitivo-constructivista, sociologismo, etc.) vienen dadas por operar con diversos modelos de hombre (por ejemplo, concebir al sujeto humano como un ser pasivo o como ser activo que construye sus conocimientos), ideas sobre lo que es importante promover o diferentes metodologías de investigación. Los contenidos y experiencias de aprendizaje que podamos pretender y hacer en clase en este campo podrán variar en función del enfoque psicológico (explícito o implícito) en que nos apoyemos.
En las primeras décadas del siglo quedan delimitados los dos grandes programas que, con sucesivas reformulaciones, van a dominar el campo del desarrollo sociomoral: socialización (planteamientos pedagógico-sociológicos de Durkheim y el psicoanálisis de Freud) y constructivismo o desarrollo cognitivo (con el importante estudio inicial de Piaget de 1932, en que presentaba una perspectiva alternativa a las tesis mantenidas por Durkheim). Posteriormente, cuando el conductismo se convierte en paradigma dominante, lo moral queda como un campo oscuro, que no merecía un estudio específico por los procesos psíquicos inobservables que implicaba. A partir de los años sesenta, por una parte, Kohlberg reactualiza y amplía los planteamientos piagetianos contribuyendo a forjar un programa de investigación cognitivo-estructural del desarrollo sociomoral, al tiempo que importa al marco americano la polémica que ya Piaget había mantenido con el enfoque de socialización de Durkheim. Por otra parte, la reforma del programa conductista (neoconductismo y, sobre todo, las teorías del aprendizaje social) contribuye a interesarse por explicar el fenómeno moral (Bandura y Walters, 1974); por lo que hoy podemos distinguir, dejando deliberadamente otras teorías específicas, dos grandes programas o explicaciones de la génesis y desarrollo moral, con derivaciones específicas en cada uno.
Socialización heterónoma o desarrollo constructivo autónomo

Aunque puede ser un poco simplista contraponer estas dos grandes corrientes, porque en los últimos años se han hecho serios intentos de integración recogiendo parte de cada uno (Peters, 1984) y difuminando la oposición, resulta ilustrativa, sin embargo (MarchesI, 1983), como primera aproximación al campo:
Enfoque socializador

Enfoque socializador (psicoanálisis, sociologismo y teorías del aprendizaje conductista y social). Considera la adquisición de actitudes como la acomodación (adaptación) del niño/joven a los requerimientos sociales, mediante un proceso de internalización y conformidad a las normas del medio social. 
Desde esta perspectiva, al tiempo que se otorga una prioridad al orden social establecido sobre el individuo y se concibe a éste como un receptor pasivo, se da primacía a los factores afectivos sobre los cognitivos, negando un desarrollo evolutivo consistente y sistemático, al hacerlo depender de las disposiciones actitudinales variables en función del medio social. Responde al modelo (y creencia) más tradicional de que el niño adquiere las actitudes sociales y morales por la presión (sanciones externas y refuerzos positivos) de los adultos, que provocan la interiorización de los modelos y actitudes de la sociedad adulta.
 El aprendizaje de actitudes consiste en la asunción heterónoma de modos de conductas socialmente aceptables, trasmitidos por padres/ maestros y ambientes en que se vive.
 Esta internalización se efectúa por procesos de identificación y condicionamiento, tendiendo a persistir si se ven reforzadas con aprobación o afecto.
Cognitivo-constructivista

Cognitivo-constructivista (Piaget, Kohlberg, Turiel, etc.).. El desarrollo de actitudes sociomorales consiste en un proceso de construcción y reestructuración cognitiva, y en la adquisición de principios autónomos del juicio y razonamiento moral (Hersh y otros, 1984). Este enfoque responde a una idea diferente del hombre y de la educación: el desarrollo social es un proceso interactivo y constructivo, el ser humano actúa como agente sobre la realidad social, integrando activamente la experiencia, en lugar de reflejar pasivamente los patrones ambientales. El sujeto no se limita, entonces, a asimilar las normas, actitudes y valores que le imponen los adultos, sino que los va construyendo participando en el mundo social. Dos factores contribuyen especialmente al desarrollo de actitudes sociomorales: el desequilibrio cognitivo y la cooperación en el grupo de iguales. 
Para la tradición piagetiana, las estructuras cognitivas son formas de organizar la experiencia y la acción, como forma de equilibrio. Cuando nuevas experiencias sociales (o en el contexto escolar, por ejemplo, la discusión de "dilemas morales" de un nivel superior al que se encuentra) no pueden ser integradas en las estructuras cognitivas preexistentes, se produce un desequilibrio que induce a restablecerlo, generando un nivel más alto de juicio y razonamiento moral. A su vez, la interacción con el grupo de iguales conduce al reconocimiento de la reciprocidad, la igualdad y la cooperación, y asimismo ofrece oportunidades de "ponerse en lugar del otro", produciéndose una descentración o progresiva salida del egocentrismo inicial (por la necesidad de coordinar, reconciliar y sopesar los diversos puntos de vista de los otros).
Tal como aparece esquematizado en el, dos ejes principales (proceso constructivo/contenidos sociales, cognitivo/afectivo) diferencian -expresado un tanto radicalmente ambas perspectivas.
Para el enfoque de socialización, el desarrollo social y moral es el resultado de una internalización de modelos del medio social, dando primacía a factores afectivos (empatía, aprendizaje observacional o modelado, motivación, agentes socializadores). La socialización es la asunción acrítica de normas culturales o sociales (contenidos) por una adaptación funcional a las convenciones sociales y no un proceso cognitivo a ser desarrollado, como en el enfoque de desarrollo. El psicoanálisis y la teoría del aprendizaje social coinciden, aunque con divergencias en otros aspectos, en estos supuestos.
Más específicamente, para Freud la moralidad es el resultado de un complejo conjunto de relaciones entre factores instintivos (ello) y el medio (yo, realidad), dando como resultado la formación de una instancia interior (super yo) represora.
Para los psicólogos del aprendizaje social (Bandura y Walters, 1974), la moral es un proceso de aprendizaje de conductas (actitudes, normas y valores) socialmente aceptables ("modelos") por medio de refuerzos. En sentido estricto no se puede, desde este enfoque, hablar de la existencia de unos estadios evolutivos con un carácter estructural y uniforme: los cambios serán estables y acumulativos si se mantienen las mismas condiciones ambientales.
Por su parte, para el enfoque de desarrollo sociomoral, las normas, actitudes y principios morales son estructuras cognitivas que surgen, en las experiencias de interacción social, por un proceso de construcción individual, más que de la interiorización de normas socio-ambientales; los estadios de desarrollo moral vienen definidos por reorganizaciones cognitivas; los principios morales básicos son universales y comunes a todas las culturas (frente al relativismo moral) ; el papel de la educación moral es proporcionar experiencias que estimulen el desarrollo del razonamiento sociomoral. Por su congruencia con la filosofía moral occidental, ha logrado amplia audiencia en el ámbito filosófico (Habermas, Rawls), así como en el didáctico, por sus implicaciones pedagógicas ("dilemas morales" y "comunidad escolar justa", entre otras). Las teorías de la socialización y del aprendizaje social explican el aprendizaje moral especialmente en las primeras edades (familia y Educación Infantil, Primaria), cuando la influencia socioambiental e imitación de modelos socialmente aceptables es mayor.
Sin embargo, en Secundaria, en que el desarrollo cognitivo y las experiencias sociales han aumentado, conviene primar el desarrollo del juicio y razonamiento moral, coherente, por lo demás, con el enfoque psicológico-constructivista de la reforma.
Factores afectivos

El desarrollo de las actitudes en las primeras edades, como generación de predisposiciones afectivo-evaluativas a determinados objetos o situaciones, debe incidir principalmente en la esfera afectiva (tener sentimientos y emociones como empatía, sensibilidad hacia los demás, altruismo, benevolencia, conductas prosociales; o sentimientos negativos, como vergüenza o culpa). Así, en Educación Infantil, desarrollar la empatía (como capacidad para sentir los estados emocionales del otro y de comprender su punto de vista distinto) y la conducta prosocial (acciones voluntarias altruistas de ayudar y compartir, sin beneficio propio inmediato) se convierten en objetivos prioritarios, base de una educación moral posterior.
Las relaciones afectivas de amistad (dentro y fuera de clase), por ejemplo, como describió Piaget, promueven actitudes de compartir, cooperar, ponerse en lugar del otro, sentimientos de reciprocidad, respeto, etc. Por su parte, desde el aprendizaje social, es igualmente necesario ofrecer modelos y hábitos de autorregulación de las propias acciones.
El aprendizaje heterónomo de normas, actitudes y valores en las primeras edades, acompañadas por la correspondiente aprobación o desaprobación, no tiene por qué impedir una autonomía posterior (Peters, 1984). Los mecanismos de autocontrol a su vez, como ha destacado el conductismo y las teorías del aprendizaje social, son necesarios en las primeras etapas. Los niños por imitación, aprendizaje observacional, refuerzos y hábitos van adquiriendo las actitudes que observan, las que son socialmente aprobadas e identificándose con aquellas que se ven reforzadas.
Factores cognitivos del desarrollo

Piaget (1932), en oposición a las tesis sociológicas, que suponen "una sumisión al conformismo social", subraya el papel cognitivo del juicio social y moral en el desarrollo de una autonomía moral. El progresivo desarrollo intelectual del niño, desde el inicial egocentrismo y heteronomía, hacia una perspectiva de descentramiento, unido a las experiencias sociales con grupos de iguales ("pandillas" de amigos), provoca el paso hacia una autonomía moral. Así, el perspectivismo implica adoptar la perspectiva de los otros, diferenciar lo subjetivo (intenciones y motivos) de lo objetivo (consecuencias). Ambos factores (cognitivo y relación social) condicionan el paso de juicios morales heterónomos a la autonomía moral (basada en la igualdad, reciprocidad y sentido de la justicia).
Por su parte, en las últimas décadas, Kohlberg y su equipo han extendido las iniciales tesis piagetianas, elaborando una de las más importantes teorías del desarrollo del juicio moral. 
El desarrollo consiste básicamente en cambios y transformaciones en la estructura cognitiva o mental, como resultado de una interacción entre el sujeto y el medio, para lograr un mayor equilibrio y estabilidad, y no como consecuencia de un mero aprendizaje social. Distingue (Kohlberg, 1989), como es conocido, tres niveles del desarrollo del juicio moral, divididos cada uno en dos estadios.
En la secuencia evolutiva de los estadios se pasa de una orientación en la obediencia y el castigo (estadio uno), al individualismo según lo que le conviene a cada uno (estadio dos), y de ahí, el acuerdo interpersonal (estadio tres), respetar la ley y el orden establecido (estadio cuatro), y, en secuencia invariable en un último nivel, el contrato social (estadio cinco), hasta llegar a los principios éticos universales (estadio seis). La clave de la secuencia está en la evolución del sentido de la justicia: cada estadio supone una comprensión diferente de lo que se considera que es bueno y justo. El origen piagetiano aparece en la orientación heterónoma y egocéntrica del primer nivel, y la autónoma, colaboración y respeto mutuo del tercer nivel; completado con un nivel intermedio de aceptación de lo convencionalmente establecido, precisando al tiempo cada etapa en dos estadios.
Esta cierta correspondencia entre desarrollo moral y cognitivo, y el excesivo acento en el desarrollo de capacidades formales para el juicio moral (formalismo), minusvalorando los contenidos morales y la importancia de los sentimientos y la afectividad, han sido objeto de críticas.
 En los últimos años, esta corriente (Hersh y otros, 1984) ha revalorizado la dimensión social (la cultura moral del centro escolar) en situaciones conflictivas cuya resolución pueda propiciar el role-taking (ponerse en el lugar del otro, descentrarse) y una "atmósfera moral" que posibiliten el desarrollo moral.
E. Turiel (1984), para salvar algunas contradicciones, ha presentado una propuesta en que la moralidad no sería un desarrollo progresivo a partir de la convencionalidad, sino procesos paralelos y diferenciados desde el principio, cada uno con sus propios cambios evolutivos. Desde las primeras edades, en función de las distintas experiencias sociales, existirían diferentes dominios (marcos conceptuales) de conocimiento social (convención social, y moralidad), cada uno con sus propios procesos de construcción, desarrollo y categorías. Más que concebir, entonces, la moralidad como una etapa posterior de la convencionalidad, desde los cuatro años el niño diferenciará lo que es mera convención social (por ejemplo, no saludar a la profesora) y lo que es propiamente moral (por ejemplo, causar daño al compañero).
Por último, recientemente se ha defendido (Gilligan, 1985), con amplia receptividad, que el desarrollo de actitudes morales es diferente según el género, por lo que la educación en actitudes y valores habría impuesto hasta ahora un modelo androcéntrico. El núcleo del desarrollo moral femenino sería la preocupación por el otro, la empatía y el cuidado; no las reglas y principios imparciales (y por tanto, abstractos y descontextualizados) de justicia. Un desarrollo moral feminista, condicionado o no por el propio proceso de socialización, debería potenciar la responsabilidad por felicidad y preocupación por el otro (desde la inicial preocupación por sí mismo a la interdependencia conjunta por la felicidad ajena y propia), más que la aplicación a los casos concretos de estándares universales de virtud, como ha propuesto Kohlberg.
Interacción entre niveles y factores

Para una explicación comprehensiva del desarrollo de actitudes sociomorales se impone, según los factores y componentes que hemos visto, una integración e interacción entre los diversos aspectos, pues éste depende del conjunto de la personalidad y no de un elemento o factor.
El desarrollo de las actitudes como interacción entre tres ámbitos del desarrollo.

Según el tendríamos:
1. Tres tipos de ámbito con su propio desarrollo: cognitivo, socioafectivo y moral; con sus caracteres y aspectos.
2. Las interacciones entre estos tres dominios, que condicionan la acción y el pensamiento.
3. Los dos puntos anteriores, además, comportan unas interacciones entre características individuales y sus experiencias dentro y fuera de la escuela.

Estas tres dimensiones por tres círculos superpuestos, proporcionan una visión general de las competencias que pueden promoverse en el desarrollo actitudinal por medio de la experiencia escolar, tanto frente a una tendencia romántica (preservar el mero desarrollo natural) como tradicional-coercitiva (imponer un conjunto de valores y actitudes). Junto a los elementos cognitivos han de situarse los emocionales y afectivos, además de los criterios propiamente morales. En cada dimensión se señalan otros aspectos específicos que operan en el desarrollo. Oponiéndose al intelectualismo de Sócrates-Platón, el viejo Aristóteles señalaba que "tratándose de la virtud no basta con conocerla, se ha de procurar tenerla y practicarla".
Los niños/jóvenes desarrollan actitudes sociomorales fruto de la intersección entre los tres campos y con las de su entorno o marco social y familiar (ámbito exterior a los círculos). Las actitudes y acciones serán finalmente el resultado de la intersección entre los diferentes ámbitos (zona de intersección común). Hoy se ha reevaluado el potencial de la experiencia escolar para incidir en el desarrollo sociomoral y promoverlo, frente a las perspectivas de décadas pasadas en las que se argumentaba que poco podía hacer la escuela ante los agentes sociales y morales externos.
Decía Piaget que "sin una psicología precisa de las relaciones morales toda discusión sobre los procedimientos de la educación moral resulta estéril". Aunque la psicología del desarrollo nos puede proporcionar orientaciones y sugerencias para la didáctica de las actitudes, tanto para el diseño del currículum como para las prácticas docentes, éstas no se deducen ni son mera aplicación de las prescripciones psicológicas, so pena de caer en lo que Kohlberg llamó "falacia psicologista": Considerar que lo que se describe en la teoría psicológica se debe hacer en la práctica escolar.



lunes, 15 de abril de 2013

PREPARAR PARA LA VIDA A PARTIR DE SITUACIONES Y PROBLEMAS REALES: EL RETO


Enseñar por competencias
Es indudable que debido al carácter contextual de las competencias, no pueden ser enseñadas pero si desarrollas, pero ¿Por qué las competencias no pueden ser enseñadas? Por que se llevan a cabo en situaciones concretas, en un determinado momento y en unas condiciones que por su naturaleza siempre son distintas, todo esto aunado al carácter fuertemente procedimental y actitudinal de las competencias solo pueden ser desarrolladas.
Desde este punto entendamos que todo proyecto de enseñanza lleva una intencionalidad en este caso nos referiremos a la enseñanza de competencias con la intencionalidad y finalidad de desarrollar las mismas.
Al plantearse la enseñanza por competencias lo que se intenta es mediar los conocimientos, actitudes y valores a situaciones cercanas a la realidad, no será un conjunto de contenidos organizados, sino que su selección, presentación y organización se realizará según la potencialidad para dar respuesta a situaciones reales y complejas.

Características esenciales de la enseñanza de las competencias:

Es esencial tomar en cuenta estas características para la enseñanza de competencias.

Significatividad

La significatividad se refiere al profundo grado de aprendizaje en las competencias, pero ¿Cómo lograr esta significatividad?, está se logrará solo con una serie de condiciones que debe cumplir la secuencia de actividades de enseñanza que como docente deberá planear y mediar.
Para que la secuencia de enseñanza sea realmente significativa se deben plantear las siguientes actividades:
  • Actividades que nos permitan determinar los conocimientos previos de los alumnos que tiene cada uno de los alumnos en relación con los nuevos contenidos de aprendizaje.
  • Los contenidos deben de ser significativos y funcionales para todos los alumnos.
  • Las actividades deben de ser adecuadas al nivel de desarrollo de cada alumno.
  • Las actividades deben de representar un reto abordable para el alumno, tomando en cuenta sus competencias actuales, es decir actividades que les permitan crear zonas de desarrollo próximo e intervenir en ellas.
  • Actividades que les provoquen un conflicto cognitivo y promuevan la actividad mental del alumno, es decir que el alumno establezca relaciones entre los nuevos contenidos y las competencias previas.
  • Las actividades deben de ser motivadoras para fomentar una actitud favorable hacia el aprendizaje.
  • Las actividades deben estimular la autoestima y el autoconcepto para que el alumno pueda sentirse que ha aprendido.
  • Las actividades deben de ayudar al alumno a adquirir habilidades relacionadas con el aprender a aprender.
Complejidad

La complejidad en la enseñanza de competencias nos hace referencia a que en ella se encuentran inmersos varios elementos, es decir el desarrollo de competencias es un proceso constituido por varias fases en la que en ningún caso la respuesta es simple y exige por parte del alumno y del docente como mediador una actuación estratégica.
Entendido complejidad como la comprensión de la realidad, donde dicha realidad en la mayoría de las ocasiones se aborda por medio de materias es decir a través de la ciencia, la cual solo da un conocimiento parcial de la realidad, sin duda alguna el conocimiento disciplinar es imprescindible para la comprensión de la realidad, pero siempre y cuando se asuma que la aplicación de un conocimiento parcial de la realidad no llegará a constituir una acción competente si no se ha aprendido a intervenir en situaciones de la realidad global cuya esencia es la complejidad. Por lo tanto la complejidad no sólo es una circunstancia en la que se desarrollan los aprendizajes, sino que ésta debe de ser objeto prioritario de enseñanza.
Se debe de aprender a actuar en complejidad, o sea, saber dar respuesta a problemas y situaciones que nunca en la vida real se nos va a presentar de forma simple.
Entonces una actuación competente implica no sólo conocer las instrumentos conceptuales y las técnicas disciplinares, sino ser capaz de reconocer cuáles de ellos son necesarios para situaciones complejas, a la vez saber cómo aplicarlos en función de las características especificas de la situación, lo que exige un pensamiento complejo y por lo tanto una enseñanza dirigid a la complejidad.
Es de suma importancia que las secuencias didácticas, temáticas o contenidos que el docente implemente en el aprendizaje estén en función de una realidad lo más cercana al alumno en las que se contemplen todos los factores que intervienen en ella.

El pensamiento complejo nos ayudará para:
  • La identificación de los problemas o cuestiones que han de permitir enfrentarse o actuar eficazmente.
  • La identificación de la información relevante con el fin de resolver las cuestiones planteadas.
  • La selección del esquema de actuación más apropiado.
  • Aplicarlo de forma adaptada a las características singulares de la situación planteada.

Procedimental

Otro aspecto importante en la enseñanza-desarrollo de competencias y de la acción competente implica un “saber hacer” en lo que interviene lo procedimental y se hace necesario el dominio de sucesivas habilidades, es decir que es un procedimiento de procedimientos pues implica:
  • Dominar unas habilidades previas de interpretación o comprensión de la situación en toda su complejidad.
  • Identificación de los problemas o cuestiones que plantean una intervención eficaz.
  • Reconocimiento de la información relevante para la resolución de las cuestiones planteadas.
  • Revisión de los distintos esquemas de actuación aprendidos que pueden dar respuesta a cada una de las cuestiones o problemas planteados.
  • Análisis de la información disponible en función de cada uno de los esquemas.
  • Valoración de las variables reales y su incidencia en los esquemas aprendidos.
  • Aplicación del esquema de actuación de forma adecuada e integrando los hechos, conceptos, procedimientos y actitudes que conforman la competencia.
Este carácter de procedimiento de procedimientos nos obliga a prestar especial atención en las características del aprendizaje, de modo que para cada una de las habilidades ya sean previas a la aplicación de la competencia  o aquellas que le son inherentes, será necesario establecer una secuencia de actividades de enseñanza-aprendizaje que cumpla con las pautas siguientes:
  • Las actividades deben de partir de situaciones significativas y funcionales, a fin que el procedimiento pueda ser aprendido para utilizarlo cuando sea necesario.
  • Las secuencias deben contemplar actividades que incluyan los modelos de desarrollo del contenido de aprendizaje, modelos que muestren todo el proceso, que presenten una visión completa de las diferentes fases o acciones que los componen, para pasar posteriormente, si la complejidad de los modelos así la requiere, al trabajo sistemático de las diferentes acciones que comprenden.
  • Que las actividades de enseñanza-aprendizaje se ajusten al máximo a una secuencia clara con un orden de actividades que siga un proceso gradual.
  • Se requieren actividades con ayudas de diferentes grados de práctica guiada, las ayudas se irán dando a lo largo del contenido por parte del mediador.
  •  Actividades de trabajo individual, donde tenga la oportunidad de llevar a cabo realizaciones independientes en las que puedan demostrar su competencia en el dominio del contenido aprendido.

 Constitución por componentes de tipología distinta


El proceso de una acción competente, implica el dominio de unas habilidades previamente a la aplicación de la estrategia del esquema seleccionado. Para dicha aplicación es necesario haber aprendido de forma parcial e integrada los componentes del esquema de actuación. Dado que el aprendizaje de cada uno de ellos tiene características claramente diferenciadas, es necesario que se lleven actividades de enseñanza-aprendizaje adecuadas a las características de dichos componentes.
Para los contenidos factuales, la clave será utilizar ejercicios de repetición y, dependiendo de la cantidad y la complejidad de la información, utilizar organizaciones significativas y asociaciones.
Para los conceptos y principios, se exigirán condiciones de significatividad para que los alumnos comprendan su significado.
Para enseñar las actitudes, el profesor deberá convertirse en un modelo coherente para el alumno, de forma que éste viva las actitudes.








COMPETENCIAS. ¿DE QUÉ ESTAMOS HABLANDO?


REFERENTES DEL CONCEPTO DE COMPETENCIA
La Reforma Integral de la Educación Básica iniciada desde el 2004 con preescolar, en 2006 con secundaria y en el 2009 con primaria, parte de referentes que se encuentran en acuerdos internacionales y los traduce al plano nacional, con el propósito de favorecer el desarrollo de competencias en los alumnos que cursan la Educación Básica para responder a las necesidades y expectativas que tiene la sociedad mexicana acerca del futuro ciudadano que desde ella espera formar.
EL CONTEXTO INTERNACIONAL COMO REFERENTE DE LA NOCIÓN DE COMPETENCIAS
Conferencia Mundial sobre Educación para Todos, celebrada en Jomtien, Tailandia (1990)



 Durante la Conferencia Mundial sobre Educación para Todos, celebrada en Jomtien, Tailandia (1990), se planteó la necesidad de garantizar el acceso universal con una “visión ampliada” para satisfacer las necesidades básicas de aprendizaje de cada persona –niño, joven o adulto–. Asimismo, se confirió a los miembros de una sociedad la posibilidad y, a la vez, la responsabilidad de respetar y enriquecer su herencia cultural, lingüística y espiritual común, de promover la educación de los demás, de defender la causa de la justicia social, de proteger el medio ambiente y de ser tolerante con los sistemas sociales, políticos y religiosos que difieren de los propios, velando por el respeto de los valores humanistas y de los derechos humanos comúnmente aceptados, así como de trabajar por la paz y la solidaridad internacionales en un mundo interdependiente.
Comisión Internacional sobre la Educación para el Siglo XXI, presidida por Jacques Delors (1996)

Por su parte la Comisión Internacional sobre la Educación para el Siglo XXI, presidida por Jacques Delors (1996), señaló en su informe presentado a la UNESCO que la educación básica debía llegar, en todo el mundo, a los 900 millones de adultos analfabetos, a los 130 millones de niños sin escolarizar y a los más de 100 millones de niños que abandonaban la escuela antes de tiempo. Además, puntualizó que los contenidos educativos de este tramo formativo tenían que fomentar el deseo de aprender, el ansia y la alegría por conocer y, por lo tanto, el afán y las posibilidades de acceder más tarde a la educación durante toda la vida.
Foro Mundial sobre la Educación, celebrado en Dakar (2000)

En el Foro Mundial sobre la Educación, celebrado en Dakar (2000), la comunidad internacional reafirmó su compromiso de asegurar el acceso a una educación primaria de alta calidad para el año 2015. Asimismo, en uno de sus puntos señala: dada la enorme diversidad cultural que caracteriza a los pueblos latinoamericanos, la calidad educativa implica reconocer la necesidad de diversificar la oferta educativa a fin de asegurar no sólo el respeto sino el fortalecimiento de las diferentes culturas […]. Gobiernos y sociedades debemos impedir que la diversificación de los servicios de educación básica a los grupos culturales minoritarios siga escondiendo una oferta empobrecida, aprovechándose de que estos grupos no han tenido capacidad de exigir niveles adecuados de calidad en el servicio y en sus resultados.
Cumbre del Milenio (2000)

Durante la Cumbre del Milenio (2000) también se establecieron objetivos de desarrollo para el año 2015 conocidos como “Objetivos de desarrollo de la ONU para el milenio”; en el ámbito educativo destacaron: lograr la enseñanza primaria universal y promover la igualdad entre los géneros y la autonomía de la mujer. Este último objetivo tiene, como uno de sus indicadores, eliminar las desigualdades entre los géneros en la enseñanza primaria y secundaria, preferiblemente para el año 2005, y en todos los niveles de la enseñanza para el 2015.
Declaración Universal de los Derechos Lingüísticos (1996)

La Declaración Universal de los Derechos Lingüísticos (1996) puntualizó que los pueblos indígenas tienen el derecho a la enseñanza de la propia lengua y cultura, asimismo declaró que la educación debe estar siempre al servicio de la diversidad lingüística y cultural, y las relaciones armoniosas entre diferentes comunidades lingüísticas de todo el mundo. También señaló que toda comunidad lingüística tiene derecho a una educación que permita a sus miembros adquirir un conocimiento profundo de su patrimonio cultural, así como el máximo dominio posible de cualquier otra cultura que deseen conocer.
Chomsky

Desde el campo de la lingüística Chomsky (1970) desarrolló el concepto de competencia en el sentido de que “La competencia es la capacidad de creación y producción autónoma, de conocer, actuar y transformar la realidad que nos rodea, ya sea personal, social, natural o simbólica, a través de un proceso de intercambio y comunicación con los demás y con los contenidos de la cultura”, no obstante, contiene y señala con claridad lo que significa “ser competente”, pues define el carácter activo y transformador que este concepto supone.
Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), el Programa para la Evaluación Internacional de los Alumnos de la propia OCDE (PISA) y la Comisión Europea
Ante este escenario, organismos internacionales como la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), el Programa para la Evaluación Internacional de los Alumnos de la propia OCDE (PISA) y la Comisión Europea, han centrado su mirada sobre la enseñanza y aprendizaje de las competencias básicas como un medio para mejorar la calidad y la equidad de los sistemas educativos.
OCDE

Para este organismo, ser competente es ser capaz de “expresar e interpretar conceptos, pensamientos, hechos y opiniones (escuchar, leer, hablar y escribir) [e] interactuar lingüísticamente de una manera adecuada y creativa en todos los posibles contextos sociales y culturales, como la educación y la formación, la vida privada y profesional, y el ocio”; es decir, de responder a demandas complejas y llevar a cabo tareas diversas de forma adecuada”.
En respuesta a lo anterior, a finales de 1997, la OCDE inició el Proyecto DeSeCo con el fin de brindar un marco conceptual firme que sirviera como fuente de información para la identificación de competencias básicas o clave y el fortalecimiento de las encuestas internacionales que se encargan de medir el nivel de competencia de jóvenes y adultos.
A través del proyecto DeSeCo, la OCDE ha identificado un conjunto de competencias necesarias para el bienestar social por lo que cada una deberá: 
  • Contribuir a resultados valiosos para sociedades e individuos.
  • Ayudar a los individuos a enfrentar importantes demandas en una amplia variedad de contextos.
  • Ser relevante tanto para los especialistas como para todos los individuos.
Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos de la OCDE (PISA)

Desde el marco conceptual de PISA 2006, se destaca que la competencia se demuestra cuando “se aplican los conocimientos adquiridos a las tareas y retos cotidianos y a los entornos extraescolares, previa valoración de distintas opciones y toma de decisiones”.
EURYDICE

La EURYDICE ha destacado la necesidad de “formar personas competentes para la vida personal, social, académica y profesional”, mediante una alternativa de “competencias clave” que dista de ser la suma de los saberes disciplinares que el alumnado acumula a lo largo de su historia escolar.
Desde esta red de amplia resonancia internacional, se señala que las competencias clave son paquetes “multifuncionales y transferibles” que “integran” los conocimientos (conceptos, hechos y principios), procedimientos y actitudes necesarios para la vida actual y para el futuro académico y profesional.
  • Las competencias clave, a diferencia de los contenidos específicos, son multifuncionales, pues permiten la realización y el desarrollo personal a lo largo de la vida, la inclusión y la participación como ciudadanos activos y el acceso a un puesto de trabajo en el mercado laboral.
  • Son trasferibles, a diferencia de los contenidos específicos, pues se aplican en múltiples situaciones y contextos para conseguir distintos objetivos, resolver situaciones o problemas variados y realizar diferentes tipos de trabajos.
  • Son transversales e interdisciplinares a las áreas y materias curriculares porque su aprendizaje no es exclusivo de una de ellas.
  • Son integradoras, a diferencia de los contenidos específicos, porque combinan conocimientos (“saber”), destrezas (“hacer”) y actitudes (“querer”).
  • Son dinámicas, porque la competencia de las personas carece de límites en su crecimiento y se construye a lo largo de la vida.
CONTEXTO NACIONAL

En el contexto nacional, el acelerado cambio demográfico, social, económico y político de nuestro tiempo ha exigido a la educación nacional, la búsqueda de alternativas que le permitan estar en condiciones de cumplir con objetivos tanto globales como locales y esto ha favorecido el desarrollo de una profunda y amplia reflexión sobre la sociedad que deseamos y el país que queremos construir, por lo que las formas en que los individuos se apropian y utilizan el conocimiento en su proceso de formación y desarrollo, imponen enormes retos para el aprendizaje en el mediano y largo plazos.
Las necesidades de aprendizaje en nuestro país –como en otros– se relacionan con la capacidad de reflexión y el análisis crítico; el ejercicio de los derechos civiles y democráticos; la producción y el intercambio de conocimientos a través de diversos medios; el cuidado de la salud y del ambiente, así como con la participación en un mundo laboral cada vez más versátil. Esta educación constituye la meta a la cual los profesores, la escuela y el sistema educativo nacional habrán de dirigir sus esfuerzos y encaminar sus acciones.
Lo anterior, exige que los cambios educativos respondan al avance continuo de la sociedad y a las necesidades de adaptación que se requieran. La profundidad y la velocidad de estos desafíos obliga a la construcción de mecanismos graduales y permanentes, que permitan evaluar y reformular los contenidos curriculares y las formas de gestión del sistema y de las escuelas en atención a una demanda cada día más diversa.
Lo anterior, exige que los cambios educativos respondan al avance continuo de la sociedad y a las necesidades de adaptación que se requieran. La profundidad y la velocidad de estos desafíos obliga a la construcción de mecanismos graduales y permanentes, que permitan evaluar y reformular los contenidos curriculares y las formas de gestión del sistema y de las escuelas en atención a una demanda cada día más diversa.
México es un país que se reconoce como multicultural y diverso (Artículo 2o de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos), que asume la existencia de diferentes culturas, etnias y lenguas, y requiere, por tanto, del impulso de una educación intercultural para todos, que identifique y valore esta diversidad y, al mismo tiempo, afirme su identidad nacional; por lo que desde esta perspectiva, el Estado Mexicano está obligado a ofrecer una educación básica –considerada como la plataforma común para todos los mexicanos– democrática, nacional, intercultural, laica y obligatoria que favorezca el desarrollo del individuo y su comunidad, así como el sentido de pertenencia a una nación multicultural y plurilingüe, y la conciencia de la solidaridad internacional de los educandos.
Por ello, la transformación educativa que se ha venido gestando en nuestro país desde hace más de una década, hoy se concreta en el Plan Nacional de Desarrollo 2007-2012 (PND), y en los objetivos señalados en el Programa Sectorial de Educación 2007-2012 (PROSEDU), pues desde esos documentos se da sentido y se ordenan las acciones de política educativa que en las próximas décadas habremos de llevar a cabo con el concurso de todos los que participamos en el sistema educativo mexicano.
Por ello y desde este marco internacional y nacional es que la Subsecretaría de Educación Básica, se ha dado a la tarea de diseñar, entre otras acciones, una nueva propuesta curricular para la educación primaria, cuyo principal fin es el de que los niños y las niñas cuenten con oportunidades para adquirir competencias; es decir, desarrollen y empleen conocimientos, habilidades, actitudes y valores, no sólo para seguir aprendiendo a lo largo de su vida, sino para que se enfrenten a los retos que impone una sociedad en permanente cambio, se desempeñen de manera activa y responsable consigo mismos y con la naturaleza, sean dignos miembros de su comunidad, de su país y del mundo; en síntesis, para que participen activamente en la construcción de una sociedad más libre y democrática pero, sobre todo, más justa.
COMPETENCIAS EN EL PLAN Y LOS PROGRAMAS DE ESTUDIO

En relación con el término de competencias, la investigación educativa ha buscado precisarlo, coincidiendo en que, como ya fue señalado, las competencias se encuentran estrechamente ligadas a conocimientos sólidos; ya que su realización implica la incorporación y la movilización de conocimientos específicos, por lo que no hay competencias sin conocimientos.
Una competencia implica un saber hacer (habilidades) con saber (conocimiento), así como la valoración de las consecuencias de ese hacer (valores y actitudes). En otras palabras, la manifestación de una competencia revela la puesta en juego de conocimientos, habilidades, actitudes y valores para el logro de propósitos en contextos y situaciones diversas y es por esta razón que se utiliza el concepto de “movilizar conocimientos” (Perrenoud, 1999)11; Por su parte, Monereo y Pozo (2007) hablan de poseer un conocimiento funcional no inerte, utilizable y reutilizable y Coll (2007) de activar y utilizar los conocimientos relevantes para afrontar determinadas situaciones y problemas.
En México, lograr que la educación básica contribuya a la formación de ciudadanos con las características descritas anteriormente, implica plantear el desarrollo de competencias como propósito educativo central, SEP (2009). Las competencias movilizan y dirigen todos estos componentes hacia la consecución de objetivos concretos; son más que el saber, el saber hacer o el saber ser. Las competencias se manifiestan en la acción de manera integrada. Competencias para la vida La Reforma Integral de la Educación Básica (RIEB) propone cinco competencias para la vida, que deberán desarrollarse desde todas las asignaturas, procurando que se proporcionen oportunidades y experiencias de aprendizaje que sean significativas para todos los alumnos.
1. Competencias para el aprendizaje permanente.
Implican la posibilidad de aprender, asumir y dirigir el propio aprendizaje a lo largo de la vida, de integrarse a la cultura escrita, así como de movilizar los diversos saberes culturales, lingüísticos, sociales, científicos y tecnológicos para comprender la realidad.
2. Competencias para el manejo de la información.
Se relacionan con la búsqueda, identificación, evaluación, selección y sistematización de información; el pensar, reflexionar, argumentar y expresar juicios críticos; analizar, sintetizar, utilizar y compartir información; el conocimiento y manejo de distintas lógicas de construcción del conocimiento en diversas disciplinas y en los distintos ámbitos culturales.
3. Competencias para el manejo de situaciones.
Son aquellas vinculadas con la posibilidad de organizar y diseñar proyectos de vida, considerando diversos aspectos, como los históricos, sociales, políticos, culturales, geográficos, ambientales, económicos, académicos y afectivos, y de tener iniciativa para llevarlos a cabo, administrar el tiempo, propiciar cambios y afrontar los que se presenten; tomar decisiones y asumir sus consecuencias, enfrentar el riesgo y la incertidumbre, plantear y llevar a buen término procedimientos o alternativas para la resolución de problemas, y manejar el fracaso y la desilusión.
4. Competencias para la convivencia.
 Implican relacionarse armónicamente con otros y con la naturaleza; comunicarse con eficacia; trabajar en equipo; tomar acuerdos y negociar con otros; crecer con los demás; manejar armónicamente las relaciones personales y emocionales; desarrollar la identidad personal y social; reconocer y valorar los elementos de la diversidad étnica, cultural y lingüística que caracterizan a nuestro país, sensibilizándose y sintiéndose parte de ella a partir de reconocer las tradiciones de su comunidad, sus cambios personales y del mundo.
 5. Competencias para la vida en sociedad.
Se refieren a la capacidad para decidir y actuar con juicio crítico frente a los valores y las normas sociales y culturales; proceder a favor de la democracia, la libertad, la paz, el respeto a la legalidad y a los derechos humanos; participar tomando en cuenta las implicaciones sociales del uso de la tecnología; participar, gestionar y desarrollar actividades que promuevan el desarrollo de las localidades, regiones, el país y el mundo; actuar con respeto ante la diversidad sociocultural; combatir la discriminación y el racismo, y manifestar una conciencia de pertenencia a su cultura, a su país y al mundo.